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Se cumplen 30 años del estreno de La historia interminable en España
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Se cumplen 30 años del estreno de La historia interminable en España

Por Verónica Pérez
lunes 15 de diciembre de 2014, 06:40h

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Atreyu, el dragón blanco Fujur, la tortuga Morla y todo el universo fantástico ideado por Michael Ende, aterrizaron hace ya 30 años en las pantallas de cine españolas. Un film con un presupuesto de más de 40 millones de dólares, que fue en su día la mayor superproducción del cine alemán.

El artista inglés, que había empezado su carrera en el cine moldeando las caras de los simios de “2001, Odisea en el Espacio”, fue contratado por el productor Bernd Eichinger, que había comprado los derechos de la novela. A él se unieron otros dos expertos de diseño, Brian Johnson y Ul de Rico. Trabajaron durante siete meses, para dar forma al universo fantástico de la novela de Ende.

De este modo se pudo rodar la historia de Bastian, un niño que se refugia de sus problemas en la lectura de un libro que le introduce en un Reino de Fantasía. En él habitan seres como el mítico dragón con cara de perro sobre el que volaba el guerrero Atreyu, el monstruo Comepiedras o la vieja y sabia tortuga Morla.

El primer personaje que crearon fue el Caracol gigante que salió de la imaginación del propio Arthur. Después el dragón Fujur, Gmork el hombre lobo, los gnomos Engywuck y Urgl y otros fantásticos personajes que jugaron un papel decisivo en el éxito de la película.

No menos éxito cosecho la canción principal del film, compuesta por Giorgio Moroder y cantada por Limahl, un artista de peinado imposible, del que no volvió a escucharse nada después de aquello.

Tampoco los niños actores triunfaron más allá. Ni Tami Stronach (la Emperatriz Infantil), ni Barrett Oliver (el niño protagonista), que rodó algún título más en los ochenta, pero sin mucho éxito.

Muy conocida es la anécdota del enfado de Michael Ende con los responsables de la adaptación de su novela: "Les deseo que les agarre la peste. Si estuviera en mis manos, hundiría esa película en el Vesubio". Para el escritor la cinta no era más que "un gigantesco melodrama comercial a base de cursilería, peluche y plástico". El escritor se negó a aparecer en los créditos, aunque curiosamente, sí lo hizo en los de la segunda parte, que se estrenó en 1990.

Lo que sí está claro es que la opinión del escritor no fue compartida ni por los millones de espectadores que llenaron las salas de cine de los años 80, ni por el mismo Steven Spielberg (fan acérrimo de la película) que se hizo con el Auryn original (el medallón con dos serpientes que llevaba Atreyu) y del que se dice que lo conserva en un tarro de cristal en su oficina.

Más de 30 años avalan el éxito de un film que hizo volar la imaginación de los más pequeños y no tan pequeños de aquella época.
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